Dentro del conjunto de actuaciones proyectadas figura la construcción en el entorno de la Cruz de Ferro de un pequeño aparcamiento para discapacitados. Asimismo, se actuará sobre dos tramos de la ruta, uno de 100 metros y otro de 150 metros en los que la pendiente actual es del 8%, excesiva para la manejabilidad de sillas de ruedas y otro tipo de transportes de personas con discapacidad. Se pretende corregir la pendiente hasta dejarla en el 6%, que los técnicos estiman como más adecuada al tránsito de estos vehículos, así como la colocación de bordillos delimitadores en los laterales de la senda.
Además, para que los discapacitados visuales identifiquen los diferentes puntos de descanso de la ruta, se llevará a cabo la colocación de una traviesa de madera transversal al Camino. El resultado final será un tramo adaptado con una longitud de 980 metros, muy modesta en principio, teniendo en cuenta que el Camino de Santiago tiene en todo su recorrido más de 800 kilómetros. Sin embargo, esto es sólo un experimento, una primera aproximación a un fenómeno insospechado hace tan solo unos pocos años y que consiste en que el Camino de Santiago no sólo es Patrimonio de la Humanidad, sino una senda de transmisión de cultura y de sensibilidades, que no se puede quedar al margen de los avances sociales en materia de solidaridad, de accesibilidad y de comunicaciones.
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