Sucedió en vísperas de San Prudencio. A
las 20.00 horas. Hora punta. En la marquesina de los juzgados, las
cuidadoras esperaban para subir al autobús a dos personas en silla de
ruedas, pero el espacio reservado para viajeros con movilidad reducida
estaba ocupado por dos cochecitos de bebé; el padre de uno de ellos se
negó a bajarse del vehículo y se montó el lío. Dos pasajeras salieron en
defensa de las acompañantes y la dicusión dentro del urbano fue in crescendo mientras
el conductor, al margen, intentaba calmar los ánimos. Finalmente, el
señor se bajó, no sin antes argumentar que había hablado con no sé qué
concejal y le dijo que, en estos casos, no tenía por qué abandonar el
autobús, y entonces las sillas de ruedas recuperaron su espacio. Este
tipo de situaciones es habitual para los chóferes de Tuvisa.
La normativa es clara al respecto: el espacio reservado es para las sillas de ruedas... continuar leyendo
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